jueves, 5 de febrero de 2015

DIÁLOGO INTERRELIGIOSO

DIÁLOGO  INTERRELIGIOSO




El diálogo interreligioso, a diferencia del ecumenismo, (que es la búsqueda de la unidad entre los hermanos cristianos de distinta denominación), es entre personas de distinta religión:
Son de otra religión que los cristianos, en primer lugar, y más cercano, los judíos, que comparten con los cristianos el mismo Dios del Antiguo Testamento y la espera del Mesías; los judíos en su primera venida, los cristianos en la segunda.

Son de otra religión los musulmanes, con su Dios Alá, justo y misericordioso, cuyo profeta es Mahoma. Su libro sagrado es el Corán.

También lo son los hindúes, con su Dios Krishna, a veces también manifestado como Rama. El budismo cuyo profeta y maestro en el camino del encuentro con Él es Buda Gautama, hijo noble de príncipes que dejó todo para conseguir primero él, y enseñar después a otros, el camino de la iluminación espiritual que da sentido a la vida.
Buda sostiene que la vida es sufrimiento, éste está producido por el “apego” (a las cosas y a las personas), este apego es una “ilusión” (en el sentido de fantasioso) para conseguir la felicidad. Entonces el camino de la realización, del Nirvana, es el “desapego”, para poder así entrar en la “iluminación”.

El desapego es también una virtud cristiana. El cristianismo, el Judaísmo y el islamismo tienen un solo Dios y colocan a Abraham como su padre en la fe.
 Los hermanos de distinta religión que los cristianos, se ordenan al único Pueblo de Dios de distintas maneras, pero no buscan la unidad en una única Iglesia Visible de Jesucristo, porque los elementos que se comparten son más amplios y generales: la oración a un único Dios, el amor universal, la revelación de textos sagrados por parte de Dios, los atributos del mismo, etc.
Pero esto no quita el diálogo amistoso, la oración al Dios Único, la caridad sincera, recíproca y hacia los demás, el enriquecimiento mutuo con las distintas tradiciones místicas y espirituales.

Prueba de ello es el encuentro anual que el Sumo Pontífice tiene con representantes de otras iglesias cristianas (ecumenismo) y de otras religiones (diálogo interreligioso), todos los años en Asís, para encontrarse y orar por la paz. Hasta el Papa ha querido peregrinar hasta allí en tren, e invitar luego a un ágape fraterno a los distintos representantes de los credos cristianos y no cristianos, elaborando luego entre todos líneas de convivencia y de actuación justas, pacíficas y solidarias (CEC 839-842).

Dialogar y buscar la unidad, algo que no es utopía, a lo que está obligado todo bautizado, todo creyente y todo hombre de buena voluntad. Entonces la vida será diferente, aunque en última instancia, el lograrlo, es un Don de Dios. Aunque debemos predisponernos para acogerlo.

EL ECUMENISMO CRISTIANO

EL ECUMENISMO CRISTIANO

El significado de ecumenismo queda bien expresado en la descripción que hace el Concilio Vaticano II del movimiento ecuménico: Por movimiento ecuménico, se entienden las actividades e iniciativas que se emprenden y organizan para fomento de la unidad de los cristianos, según las diversas necesidades de la Iglesia y las diversas circunstancias temporales...

El Concilio Vaticano II, marcó un giro ecuménico en la Iglesia Católica, en cuanto estimuló a todos los católicos a participar en el movimiento ecuménico.

El Decreto sobre el ecumenismo, Unitatis Redintegratio, se publicó el 21 de noviembre de 1964, el mismo día de la Lumen Gentium. La fundación del Secretariado (desde 1989, Consejo) para la promoción de la Unidad de los cristianos no solamente a promovido una sensibilidad ecuménica en la redacción de todos los documentos conciliares, sino que ha dirigido la realización del compromiso católico en el ecumenismo desde la clausura del Concilio.....

El ecumenismo cristiano es el movimiento o camino emprendido entre todas las iglesias cristianas hacia la restauración de la unidad. El objetivo final del camino ecuménico es la experiencia plena de la comunión.
Su base es la materialización del amor como característica fundamental del llamado cristiano, siendo la unión o unidad entre los 'hermanos' en la fe una manifestación práctica de este amor. El ecumenismo, desde esta perspectiva, busca representar en forma real a la Iglesia como Cuerpo de Cristo, única y universal, en la cual todos sus miembros están unidos mediante el amor de Cristo.
El camino ecuménico es, pues, una búsqueda auténtica del verdadero cristiano. La unión entre hermanos es un don y una tarea de todo discípulo de Cristo.
No obstante el llamado al Ecumenismo repercutió en las iglesias de muy variadas maneras, dividiendo a las mismas entre las que creen en este intento de unidad y las que lo consideran como una pérdida de su considerada propia universalidad o corrección.
Dios en su gracia se vuelve a nosotros. Nosotros respondemos con fe, actuando con amor.

 Anticipamos la venida, la plenitud de la presencia de Dios en toda la creación volverse a Dios significa inevitablemente apartarse de otras cosas, de todos los ídolos que exigen nuestra devoción hoy. Los ídolos de madera y de piedra denunciados por el profeta Isaías (40,9-20), han sido reemplazados por cosas mucho más insidiosas y seductoras: por sistemas de ganancia material y social que recompensan la codicia más que la generosidad; por sistemas políticos y económicos que recompensan a los que ya tienen, a expensas de los que no tienen; por sistemas culturales y psicológicos que recompensan hábitos de dominio y de control en lugar de cooperación, de compartir y de solidaridad.
Al vivir en un contexto cultural y social participamos inevitablemente en sus sistemas de valores, de control y de recompensa; y tenemos intereses en nuestra propia opresión por el pecado. Por ello, el llamamiento a "buscar a Dios" siempre es una exhortación al arrepentimiento, a abandonar deliberadamente los valores dominantes de nuestra sociedad.

Ese "buscar a Dios", ese "volverse a Dios" afecta a todos los aspectos de nuestra vida y a todos los aspectos de nuestras relaciones. Exige una nueva espiritualidad, expresada no sólo en actos devocionales personales, sino en una forma de vida orientada hacia el Dios vivo.
Mediante ese "arrepentimiento", al dejar de considerarnos el centro de nuestra propia vida, establecemos una nueva relación no sólo con nosotros mismos sino también con nuestro prójimo.
¿Y cómo hemos de "volvernos a" nuestro prójimo? En la misma forma en que Dios se volvió a nosotros, con ternura y amor.
La medida de nuestra esperanza cristiana es que nació y ha florecido frente al rechazo y a la muerte. Esto ha sido posible porque la esperanza sabe de quién depende, y de quién nosotros dependemos: del Dios que actuó en Jesucristo por el poder del Espíritu Santo, y que nos prometió que al final no nos abandonará ni nos destinará a la destrucción.


POSICIÓN DE LA IGLESIA FRENTE AL RELATIVISMO

POSICIÓN DE LA IGLESIA FRENTE AL RELATIVISMO

El relativismo es una corriente filosófica que presenta numerosas facetas y cuya historia se remonta a los orígenes del mismo pensamiento griego. Ya para Protágoras el conocimiento era siempre relativo al sujeto que conoce una determinada realidad y por lo tanto excluye que hayan criterios universales para poder discernir lo verdadero de lo falso, lo justo de lo injusto, lo bueno de lo malo. Pero dado que la sociedad necesita reglas de conducta ética para los ciudadanos, será la misma comunidad política la que determinará lo que es retenido como verdadero, como justo y como bueno a través de la adquisición de un consenso que se obtendrá después de un diálogo entre los ciudadanos. Con Protágoras, el consenso amplio de los ciudadanos se convierte en el criterio de verdad moral. 

 La fe cristiana ante el desafío del relativismo:

Las presentes reflexiones toman como punto de partida algunas enseñanzas de Benedicto XVI, aunque no pretenden hacer una exposición completa de su pensamiento. En diversas ocasiones y con diversas palabras, Benedicto XVI ha manifestado su convicción de que el relativismo se ha convertido en el problema central que la fe cristiana tiene que afrontar en nuestros días. Él alude a un problema mucho más hondo y general, que se manifiesta primariamente en el ámbito filosófico y religioso, y que se refiere a la actitud intencional profunda que la conciencia contemporánea —creyente y no creyente— asume fácilmente con relación a la verdad.
La referencia a la actitud profunda de la conciencia ante la verdad distingue el relativismo del error. El error es compatible con una adecuada actitud de la conciencia personal con relación a la verdad. Quien afirmase, por ejemplo, que la Iglesia no fue fundada por Jesucristo, lo afirma porque piensa (equivocadamente) que ésa es la verdad, y que la tesis opuesta es falsa. Quien hace una afirmación de este tipo piensa que es posible alcanzar la verdad. Los que la alcanzan —y en la medida en que la alcanzan— tienen razón, y los que sostienen la afirmación contradictoria se equivocan. 

La filosofía relativista dice, en cambio, que hay que resignarse al hecho de que las realidades divinas y las que se refieren al sentido de la vida humana, personal y social, son sustancialmente inaccesibles, y que no existe una única vía para acercarse a ellas. Cada época, cada cultura y cada religión han utilizado diversos conceptos, imágenes, símbolos, metáforas, visiones, etc. para expresarlas.