El diálogo interreligioso, a
diferencia del ecumenismo, (que es la búsqueda de la unidad entre los
hermanos cristianos de distinta denominación), es entre personas de
distinta religión:
Son de otra religión que los
cristianos, en primer lugar, y más cercano, los judíos, que comparten con
los cristianos el mismo Dios del Antiguo Testamento y la espera del Mesías;
los judíos en su primera venida, los cristianos en la segunda.
Son de otra religión los musulmanes, con su Dios Alá, justo y misericordioso,
cuyo profeta es Mahoma. Su libro sagrado es el Corán.
También lo son los hindúes, con su Dios Krishna, a veces también
manifestado como Rama. El budismo cuyo profeta y maestro en el camino del
encuentro con Él es Buda Gautama, hijo noble de príncipes que dejó todo
para conseguir primero él, y enseñar después a otros, el camino de la
iluminación espiritual que da sentido a la vida.
Buda sostiene que la vida es sufrimiento, éste está producido por el
“apego” (a las cosas y a las personas), este apego es una “ilusión” (en el
sentido de fantasioso) para conseguir la felicidad. Entonces el camino de
la realización, del Nirvana, es el “desapego”, para poder así entrar en la
“iluminación”.
El desapego es también una virtud cristiana. El cristianismo, el Judaísmo y
el islamismo tienen un solo Dios y colocan a Abraham como su padre en la
fe.
Los hermanos de distinta religión que los
cristianos, se ordenan al único Pueblo de Dios de distintas maneras, pero
no buscan la unidad en una única Iglesia Visible de Jesucristo, porque los
elementos que se comparten son más amplios y generales: la oración a un
único Dios, el amor universal, la revelación de textos sagrados por parte
de Dios, los atributos del mismo, etc.
Pero esto no quita el diálogo amistoso, la oración al Dios Único, la
caridad sincera, recíproca y hacia los demás, el enriquecimiento mutuo con
las distintas tradiciones místicas y espirituales.
Prueba de ello es el encuentro anual que el Sumo Pontífice tiene con
representantes de otras iglesias cristianas (ecumenismo) y de otras
religiones (diálogo interreligioso), todos los años en Asís, para
encontrarse y orar por la paz. Hasta el Papa ha querido peregrinar hasta
allí en tren, e invitar luego a un ágape fraterno a los distintos
representantes de los credos cristianos y no cristianos, elaborando luego
entre todos líneas de convivencia y de actuación justas, pacíficas y
solidarias (CEC 839-842).
Dialogar y buscar la unidad, algo que no es utopía, a lo que está obligado
todo bautizado, todo creyente y todo hombre de buena voluntad. Entonces la
vida será diferente, aunque en última instancia, el lograrlo, es un Don de
Dios. Aunque debemos predisponernos para acogerlo.
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